A la orilla del lago





















"Un día estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret, y la gente lo apretujaba para escuchar el mensaje de Dios. Entonces vio dos barcas que los pescadores habían dejado en la playa mientras lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó, y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando termino de hablar le dijo a Simón:

—Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar.
—Maestro hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada—le contestó Simón—. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes.

Así lo hicieron y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se rompían. Entonces llamaron por señas a sus compañeros en la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse".

El anterior pasaje que se encuentra en el libro de Lucas en la Biblia, es un ejemplo clásico del deseo del Señor para con el hombre. Mientras muchos se detienen a meditar acerca de la gran cantidad de peces atrapados en las redes, otros fijan su mirada en la actitud de Simón y sus compañeros. Son pocos los que desean entender el papel de Jesús en este pasaje.

Jesús, ha escogido estar sobre una barca para predicar a la gente que lo apretujaba y no lo dejaba compartirles la Palabra. Luego, cuando termina decide ayudar a los hombres que angustiados veían vacias las redes (esto no lo dice la palabra, pero es un hecho). ¿Alguna vez, si eres el proveedor en tu casa, haz regresado con las manos vacias a tu hogar? Si es así, sabrás a que me refiero.

Algunos piensan que la prioridad del Maestro era el dar una gran provisión a los pescadores y se detienen por horas, días, y hasta años para convertir este pasaje en doctrinas y pensamientos de hombres. Ponen sus ojos en la bendición y no en quien la da.

Lo que Jesús estaba haciendo era compartir el mensaje de amor, enseñando. Luego, demostró a Simón que él era el Señor y lo ganó para que le siguiera. Así como vemos ahora las cosas, el milagro no fue más que un regalo. Se trataba de decirle a Simón: —Mira, yo soy el que esperaban. Sígueme.

Dios a lo largo de su ministerio acá en la tierra, en la persona de Jesús, nos dejó ver que en la vida hay que enseñar y hay que dar. Muchos solo enseñan y otros solo dan. Él puede llenar tu barca de provisiones, puede indicarte hacia donde debes ir para obtenerla, pero ten cuidado de pensar que eso es todo. Él desea que Su Palabra llegue directo a tu corazón y luego decidas ser su discípulo. Al final, los peces que en el texto representan la provisión, únicamente sirvieron para saciar el hambre natural.

Simón al que luego conocímos por Pedro, llego hasta la muerte siguiendo los pasos del Maestro. Y es que fue testigo y entendió que nuestro Señor, primero enseñó y luego se dió por nosotros.