A la orilla del mar




























Señor, permíteme respirar del aire puro a la orilla del mar.
Que la brisa que trae consigo la majestad de las aguas golpee mi rostro.
Permíteme disfrutar de un paseo por la playa y mi alma distraer.
Y es que traigo la fatiga a cuestas.
El desorden de la ciudad se apoderó de mí,
me subyugó en la mentira de sus ofertas.
Ofertas de mejores tiempos, mejores lugares y mejores cosas.

Señor, permíteme respirar del aire a la orilla del mar.
Que el estruendo de las olas me recuerde que eres Tú el Poderoso y nadie más.
Que mi alma por fin descanse y encuentre solaz.
Quebranta mi corazón con el mar como testigo, testigo de mi rendición.
No seré más yo, serás solo Tú en mí.

Señor, permíteme respirar del aire puro a la orilla del mar.
Que la sal que trae la brisa se adhiera en mis labios.
Quiero al fin desligarme del hombre que es atraído
por sus logros y sus conquistas.
Calla mi boca y habla solo Tú.
Quiero descansar de mi incompetencia, y entender que solo Tú eres Dios.

Señor, permíteme respirar del aire puro a la orilla del mar.
Que al caminar deje huella en la arena y estas las borren las olas al llegar.