Mar adentro

La vida es un océano inmenso, un caudal interminable de experiencias sin fin. Dios ha asignado a cada uno de nosotros una barca. Cuando éramos pequeños, no navegábamos en ella sino en la de nuestros padres, guías o tutores. Algunos que temprano en la vida se quedaron sin líderes, se lanzaron a la aventura dantesca de flotar en el mar asidos de cualquier barca que se acercaba a ellos. Llegada la madurez y el juicio propio; surcamos esos mismos mares, con nuestra propia embarcación; una barca nueva.

Mar adentro, somos responsables del rumbo que sigamos y de escoger correctamente la estrella que nos guíe. Sufriremos nuestras propias tormentas con la esperanza de ver salir la luz del sol detrás de las oscuras nubes. Un día dejaremos esta barca y emprenderemos un nuevo viaje en una embarcación mucho mejor con destino hacia la vida eterna con nuestro Señor, al puerto de Su Presencia.

Pero, no todos han sido hábiles marineros. Algunas barcas se han hundido sin dejar rastro en las aguas turbulentas. Otras han encallado en la arena de puertos fantasmas porque sus guías alucinados por la avaricia, el pecado y sus malos deseos no vieron lo cerca que estaba la orilla, lugar del que nunca tuvieron ni la destreza ni el valor de partir.

Dios que nos muestra Su gran Amor al dar a Su Hijo Jesucristo en lugar nuestro, como paga por nuestros pecados; le levantó de entre los muertos para que esa acción nos diera la oportunidad de surcar en aguas seguras; también nos proporcionó la guía para navegar durante toda la vida sin correr riesgos innecesarios. Esa guía es la Biblia.

La única estrella en el firmamento en la que podemos confiar se llama Jesucristo, si fijas tu mirada en Él no te perderás en la inmensidad de las aguas, ni perderás tu aliento. Pero si no sabes a dónde vas, no todo está perdido. Clama por su ayuda y Él vendrá, te sacará del atolladero, vendará tus heridas, quitará tu sed y te guiará hacia puerto seguro.

Créditos de la fotografía. "Misty morning" por David Beatson. Visitar el blog de Mr. Beaston.